2019 SAN PETESBURGO
-¿Y
como tendremos que llamar a ese nuevo fuerte del zar?
Le preguntó Nikita a Procopio
-La fortaleza de Pedro y Pablo.-
Respondió este. –Cuando me fui hablaba de construir una ciudad
allí. Ya sabes
que a veces tiene esa clase de ocurrencias repentinas.
-¿Una
ciudad? ¿Allá en los pantanos?
-ya sé que suena descabellado. Quizá
cambie de idea.
-¿Y qué nombre piensa ponerle? Quiso
saber Nikita
-San Petesburgo, creo….
(Eduardo Rutherfurd. “Rusia” Pag. 534.
Ed. Roca Editorial. 1era Edición. Arg. 2016)
El zar era Pedro el Grande. El año 1703. Su obsesión:
Abrir Rusia a Occidente y ganar una salida al Mar Báltico. Rusia siempre había
estado mirando hacia el Este, hacia la Siberia y hacia la tierra estepa
tártara
y hacia el sur, hacia el Mar Negro ,
Turquía, Constantinopla. El Zar Grande
quiso que Rusia mirara también el Oeste. Así nació San Petersburgo, como
la ventana a Occidente. Así amaneció el día
en San Petersburgo, con sol de
agosto y el Barco en la banquina, justo en
la desembocadura del Rio Neva y el Mar Báltico. Antiguamente fue una
zona de pantanos, de allí el nombre del Río Neva que en sueco significa
precisamente eso: “pantano”. Aquí me bajaré del Crucero, sigo por tierra y
aire. Miro por última vez los destellos del mar desde el ojo de buey. El mar
está sereno, una gigantesca vela de hierro y cristal emerge de las aguas, un
edificio con un aire del Hotel Burj el Arab en Dubai, es la sede de la poderosa
petrolera rusa, un poco más allá diviso la silueta del moderno estadio estilo contemporáneo, ovalo reluciente, fue
construido para el mundial de futbol 2018. Una primera impresión de una Rusia
agiornada a los tiempos. Fue una impresión tan falsa como verdadera. Paradoja
del pensamiento. Lo que veo es verdad, pero más allá se oculta la majestuosa
ciudad imperial rusa. La ciudad de Pedro, con sus perfiles europeos, fachadas
itálicas, grandes palacios, hermosos colores pastel, rodeada por canales y
puentes, a semejanza de Amsterdam, a semejanza de Venecia. En Amstedam fue
donde Pedro estudió de joven y aprendió todos los secretos de la navegación y
la construcción de barcos. Rusia hasta allí no había sido más que una enorme
extensión de tierra y estepa con pueblos tártaros, esteparios, cosacos y turcos
y osos blancos de la Siberia: un pueblo guerrero, brutal, rústico,
profundamente creyente de la ortodoxia cristiana, añorando siempre los aires de
Constantinopla y orgullosa de llamarse la “Tercera Roma”. Siempre recelosa del
Occidente cristiano romano, de los polacos y germanos, de los suecos y
vickingos, hasta que llegó Pedro y luego Catalina y abrieron sus puertas,
copiaron el barroquismo constructivo, compraron sus pinturas renacentistas,
contrataron sus arquitectos italianos y
artistas flamencos y se lanzaron a ser el Imperio Tardío. Así nació esta bella
ciudad de San Petesburgo, la metrópolis
más cercana al Polo Norte, que se tiñe de gris blancuzco la interminable noche
blanca en los junios de cada año, cuando no viene la noche, cuando no se va el
día y los cielos estallan en reflejos de colores de la aurora boreal, cuando ya
hace rato que se han ido las nieves, y
se licuó el enorme manto de hielo que se convierte el Neva en Invierno, una
autopista de patines y trineos. San Petesburgo, de los puentes y canales.
La Fortaleza de Pedro y Pablo
La imponente y altísima
torre del Convento coronada con un Angel Alado en la punta marca el
punto más alto de San Petesburgo, es el
centro de la fortaleza de Pedro y Pablo, la fortaleza de los pantanos, de la
tierra sucia, allí donde nació todo, a
un costado del Neva. Al centro la Plaza de Armas con sus barracas, celdas y
catacumbas y a un costado la Iglesia de una ortodoxia de lo más pura con el
altar enmarcado por un iconostasio magnífico con obras de los más célebres
pintores rusos de Iconos religiosas: rostros, barbas, miradas penetrantes,
trajes rojos y azules y bañados en oro, mucho oro en los cuadros y en las
paredes y debajo de los mármoles fríos y silenciosos que contienen los restos
de los Zares, de Pedro y Catalina y del úimo zar Nicolàs II recuperado de su
ignota tumba destino después de la muerte a manos de los bolcheviques durante
la Revolución. Luego vendrá para mí, el
momento más emotivo y conmovedor. En una salita exclusiva, especie de bóveda
cerrada y escasa ornamentación, casi nula, salvo la erguida cruz griega que
preside el lugar, un grupo de circunspectos monjes ingresaron por una puerta
lateral en el más profundo silencio;
tomaron su posición al estrado, y el Monje mayor se dirigió a nosotros en un
incomprensible y cerrado ruso, luego vinieron los cantos. Un par de canciones
propias de su cultura. Las voces parecían salidas de cajas sonoras, unas
graves, otras agudas, creaban una atmosfera irreal. Era tal el efecto de
aquellas voces corales que parecían no ser humanas; más bien parecían
celestiales. Me conmovió. Me produjo un profundo escozor, mi piel se erizó. No
recuerdo haber escuchado algo semejante. Movió mis sentidos; mis retinas
retienen el cuadro y mis oídos la musicalización de aquellas más me sorprende
la forma que tratan las voces salidas de un idioma tan fuerte y rústico.
Se apagaron las voces del coro, aún no es tiempo para
que suene el magnífico carrillón del campanario; el silencio guarda el sacro
santo respeto por las tumbas de los zares que allí descansan…
Cruzar el río Neva es como una necesidad
diaria.
San Petesburgo está a una orilla y la otra. Durante toda mi estadía
pasaré de un lado al otro, por sus puentes o con sus lanchas. La vista de los
perfiles de la ciudad es magnífica, vasta dejar vagar la mente y explotar los
sentidos. De seguro que el registro fotográfico siempre será insuficiente.
“Así
empieza el más importante poema de la lengua rusa.
El
Jinete de Bronce “ Compuesto por Alekander S. Pusshkin en torno a la escultura
de Pedro el Grande
“En
orillas de olas desoladas
Se irguió El,
lleno de grandes pensmientos,
Y miró
a la distancia. Ante sí el amplio
Ris se
apresuraba; una pobre barca sobre el
Languidecía
solitaria, Y pensó El:
Desde
aquí amenazaremos al sueco.
Aquí
será fundada una ciudad
Para
mal del vecino arrogante
La Naturaleza
nos ha destinado aquí
Para
abrir una ventana a Europa.
Poner
pie sólido frente al mar.
Hacia
aquí, sobre olas nuevas para ellos
Todas
las banderas nos visitarán
Y
festejaermos en grande”
http://jlgs.com.mx/articulos/arte/el-jinete-de-bronce-1/
La Iglesia del Salvador
sobre la Sangre Derramada
Ahora, al otro lado del Neva, donde la Sangre
Derramada del Zar Alejandro II se convirtió en Catedral Ortodoxa, levantada
justo donde fue muerto el Zar por un atentado revolucionario. Un templo ícono
del arte constructivo ruso junto a la Catedral de San Basilio de Moscú con
claras reminiscencias bizantinas. En el 2018, cuando se transmitió el Mundial
de Fútbol vi esta iglesia casi como fondo de pantalla, es que el Centro de
Información de la Fifa está justo enfrente. Soñaba con estar aquí, en este
preciso lugar que ahora estoy. A orillas del canal Griboedova se salzan los
hongos, las cabezas de cebolla del templo, algunas doradas y otras de vistosos
colores y aplicaciones que semejan orfebrería. Relucen con el sol de verano. La
belleza de esta Iglesia no se agota, se renueva y se replica en cada arcada, en
cada dintel, en cada muro en cada ventana. Parece un obsequio de la
arquitectura rusa a la arquitectura occidentalizada, europeizada con que fue
construida San Petersburgo. Lo guardaré
celosamente en mi inventario.
El Sueño del Neva Nevado
San Petersburgo está
atravesada por dos ejes bien marcados: El Río Neva serpentenado en varias
orientaciones y la avenida Nevsky de
Este a Oeste, por lo tanto transitaré por esta ciudad a pie por tierra por la ancha avenida Nevsky y en
bote por Río por el Neva y sus canales. La Avenida Nevsky, antigua ruta a
Moscú, es un cofre que guarda valiosas joyas de la arquitectura. Diseñada
amplia para un país amplio, bordeada por prolijas construcciones con aire y
arte italiano, florece en luces al anochecer que por estas épocas de agosto
parece no llegar nunca. Victoria Drey las llama “las joyas escondidas de la
avenida Nevski en su blog www.es.rbth.com/viajes/2017/07/03
La recorrí de ida y de vuelta,
varias veces, siempre entre multitudes especialmente de jóvenes. Es manifiesta
la racionalidad y orden en la construcción de esta ciudad. Toda la edificación
con una altitud uniforme y marcado sus
límites por la traza de la altura del Palacio de Invierno.
¡Nada más alto! ¡Nada por
encima! Todo tan claro como mandato ruso. Sin embargo, la esquina de la Casa
Singer Nevsky 280 sobresale con una cúpula y torre que rompe la hegemonía; casi
la excepción que confirma la regla, una construcción art Noveau , hoy casa del
Libro o Domknigi. Claro que para construir la cúpula requirieron permiso del
Zar. ¿y por qué tan importante la Casa Singer? Porque Rusia supo ser la
principal cliente de las famosas máquinas de coser. En virtud de ello, la
empresa construyó este emporio y se dio el lujo de ponerle una cúpula, cosa que
solo está reservada para los templos.
Siempre
movió mi curiosidad saber por qué en Rusia gusta tanto Natalia Oreiro y Andrea
del Boca. Claro que no lo sé, pero aventuro una teoría. Conocida es la
inclinación que tenían las costureras argentinas por escuchar los lacrimógenos
culebrones del Teatro Palmolive del Aire en horas de la tarde. Si las
costureras rusas tienen las mismas o parecidas costumbres, no sería raro que vieran
y escucharan los teleteatros y por allí se cuelan la Oreiro y la Del Boca. Pura
teoría. Lo cierto es que mi madre que solía cocer para afuera con su vieja
Singer, siempre escuchaba las Radio Novelas de Fernando Siro y Elcira Olivera
Garcés.
En la esquina de Nevsky 56 se levanta un
templo modernista; el Eliseiev Emporium, decorado con grandes esculturas de
estilo Greco Romano, fue construido en 1903 por unos ricos mercaderes de
apellido Eliseiev. Hoy es uno de los cafés más famosos del mundo. Desde la
calles se ven unas deliciosas y tentadoras vidrieras. La tentación me llevó a
entrar. En su interior había una inacabable muestra de tentaciones exquisitamente presentadas,
una fiesta para la vista. Probé sus chocolates y compre sus chocolates. Luego
seguí por la Nevski entre gente, recitadores de poemas, e improvisados
cantantes de rockandroll ruso. Me atrajo la cúpula de la Catedral de Kazán así
que crucé por los túneles subterráneos que conectan con la otra acera para ver
de cerca la columnata del Mariscal,
especie de foro romano a cuyos fondos reluce la Cúpula de la Catedral de Kazan.
No creo que se pueda decir que si conoces la
Avenida Nevski conoces San Petersburgo, lo que sí podría afirmar como una
premisa fundamental es que si no conoces la Avenida Nevski no conoces San
Petersburgo. En ese ir y venir no puedes eludir cruzar el Puente Anishkov sobre
un pequeño rio con aspecto a canal, el Fontanka, paso obligado del viejo camino
a Moscú. Ya el Zar Pedro El Grande, fundador de esta ciudad, lo había mandado a
construir en madera, su constructor fue el Ingeniero
Anishkov de quién hoy lleva el nombre, luego vinieron las piedras, el hierro, los
ladrillos y las bombas de los Nazis durante el cruento sitio de la ciudad que
lo redujo a escombros y otra vez el falso derrotero del hombre:
Construir-Destruir-Reconstruir… Sobre el mismo puente se yerguen cuatro
esculturas de bronce cual
si fueran las puertas que se abren y se
cierran con el puente levadizo, de
briosos caballos salvajes tratando de resistir a las intenciones de rudos
domadores cosacos. https://es.rbth.com/cultura/2014/06/04/los_caballos_de_clodt_historia_de_un_desconocido_icono_ruso_40603
La tarde se presta, templada, soleada, calma. Después
de una larga caminata viene muy bien un café. Nos sentamos en un café a las
orillas mismas del Fontanka. Luego a seguir. Mi primer paseo ruso con aire
francés, bien vale entrar en las galerías comerciales que abundan por la
Avenida Nevski. Visité el “passage” que como le nombre lo indica entra por una
calle y sale por la otra, tiene un techo abovedado y desde sus alturas se
descuelgan figuras humanoides totalmente verdes, corriendo por las corrientes,
unos van y otros vienen, trepados a los stands, desafiando a la gravedad. Por
debajo, la gente pasea, mira, compra, habla. Hay hombrecitos verdes por las
ropas, entre los anteojos, en los techos: se trata de una intervención
artística de Andrey Bertenev, joven y extravagante artista contemporáneo ruso.
Che, para que serán estas canaletas? Se repiten y se
repiten por cientos. Bajan de lo alto de los edificios y abren sus bocas en las
veredas húmedas. Cada edificio tiene las
suyas. Recorren toda la Nevsky, recorren todo San Petersburgo. Son las
canaletas de drenaje de sus deshielos, de los desagües de tanto hielo y nieve.
Estamos cerca del Polo Norte, el hielo por aquí es moneda corriente y gran
aliado de las defensas militares rusas. Durante la primavera de los deshielos,
todo se transforma en barro y en el barro quedó estancado Napoleón con sus
carros y cañones y quedaron varados los tanques de Hitler; en barro y sangre se
hundieron sus soldados. La canaleta es una solución y el hombre busca siempre la solución a los
problemas que le presenta la vida a diario.
Por algo tiene conciencia, por algo razona. Sin la razón, sin la
conciencia no podría sobrevivir. Somos uno animales indefensos frente a la
naturaleza, por paradójico e inconveniente que parezca este pensamiento en
tiempos de calentamiento global. Pensamientos sobre la canaleta.
La caminata se detiene en la costa del Rio Neva, a un lado está el edificio amarillo del Almirantazgo , al otro
lado el edificio verde agua del Palacio de Invierno. Allí cambiaré el eje: dejo la Nevski y
recorreré San Petersburgo en lancha, por entre ríos y canales: una manera
imprescindible de ver a las ciudades construidas entre canales Es el atardecer, pero el sol en su lenta
caída parece no querer ausentarse. Además de ir tiñendo la atmosfera de amarillo
rojizo resalta los contornos de la ciudad. La primera figura es la fortaleza de
Pedro y Pablo a un lado, el Palacio de Invierno al otro, los perfiles de las
casas casi uniforme de hermosos colores pasteles, y en la desembocadura del
puerto el antiguo buque de guerra
“Aurora” luciendo como reliquia el cañón que disparó el cañonazo consigna para
iniciar la revolución de octubre que
ocurrió en noviembre .https://www.diariolibre.com/opinion/lecturas/el-canonazo-de-golpe-que-cambio-la-historia-YB8553652
. La lancha dejó el Neva e ingresó por canales, pasó bajo puentes y pasadizos,
junto a jardines y alcobas, junto a ajimeces
y balcones, junto al colorido
mundo de la Catedral de la Sangre Derramada, junto a la historia de este pueblo
que entre nobles, burgueses y
proletarios bañaron los canales en sangre, junto a terrazas y bares, y picnics en los
parques. El sol no termina de caer, unos jóvenes rusos se divierten sobre la
cubierta de una lancha entre brindis y bailes, sobre el ancho río hay un
intenso trajinar de deportistas, paseantes, turistas, marineros y enamorados.
Confirmo la impresión que ya traía: San Petesburgo es una ciudad Imperial, aquí
luce y reluce el Águila Bicéfala símbolo de la Nobleza, territorio de Zares y
Zarinas, de Nobles y Cortesanos, y galas afrancesadas. Quedó esta
marca. No pudo la revolución enfrentar el tiempo y la
historia. Vanos fueron los intentos por borrar la memoria. El cielo azul
límpido, despejado, embarga de buen humor a los taciturnos y melancólicos
espíritus invernales. Pasan
los ocres, pasan los rojos, pasan los verdes: una
fiesta de agua y colores, pasa la Casa Fabergé, antigua casa de orfebres y
talladores de los famosos huevos con incrustaciones de pedrerías y colores
dorados, objeto
deseado como símbolo de riqueza y buen gusto, aunque aún retumbe el cañonazo del Aurora,
la gente aún espera la revolución que no fue pero costó millones de vidas. Pero
así son los rusos. Rusia es más que una nación: es todo un continente. Vuelvo
al muelle, vuelvo a la Nevsky, haré el camino inverso hasta la Rotonda de la
Vosstanisha, frente a la estación de trenes, allí está el hotel. Las luces que
iluminan todos los edificios le dan a esta avenida un aire de ensueño, de
cuento de Zares y Princesas de mamushkas
se guardan, se protegen, unas dentro de otras. La noche ha llegado.
El
Crowne Plaza está justo frente a la vieja estación de Leningrado, hoy devenida
en un elegante shopping a pocos metros de la gigantesca rotonda de Vossistanya,
en el cruce de la Nevski y la Ligovski. Es mi morada en San Petersburgo , el
barrio donde vivió su estadía en esta ciudad el gran escritor ruso Fiodor
Dostoievski y donde escribió y hace vivir a sus personajes en “Crimen y Castigo”. En tiempos actuales de turismo industrial todos los espacios se
modernizan, se embellecen, se conservan, se perfuman y allí radica la
diferencia de este lugar ahora y en los
tiempos de Dostoievski donde la industria era pesada, ruidosa y sucia y en vez
de turistas perfumados había obreros proletarios pobres y marginados.
“El calor era sofocante. El aire
irrespirable, la multitud, la visión de los andamios, de la cal, de los
ladrillos esparcidos por todas partes, y ese hedor especial tan conocido por
los petersburgueses que no disponen de medios para alquilar una casa en el campo,
todo esto aumentaba la tensión de los nervios, ya bastante excitados, del
joven. El insoportable olor de las tabernas, abundantísimas en aquel barrio, y
los borrachos que a cada paso se tropezaban a pesar de ser día de trabajo,
completaban el lastimoso y horrible cuadro. Una expresión de amargo disgusto
pasó por las finas facciones del joven…” Crimen y Castigo-Fiodor
Dostoievski-Cap. 1.
PALACIOS, LAS DOS ESTACIONES
Los palacios fueron la debilidad de Zares y Zarinas. Desde que
esta ciudad fue decretada capital del Imperio Ruso, los Romanov se esforzaron
por parecerse a Occidente y tomaron como muestra la Francia de Luis XIV, su
autocracia y su obsesión por Versailles con el fin de agrupar a la Corte y los
Cortesano en un solo ámbito. Acá están los Palacios de las Estaciones: El
Palacio de Invierno y el Palacio de Verano. El Palacio de Invierno fue
construido alrededor de una gigantesca plaza de armas por Isabel I Zarina, hija de Pedro el Grande. En el ámbito de la
Plaza del Palacio se han desarrollado los grandes acontecimientos de la
historia de Rusia desde el 1700 al 1917, concluyeron “por ahora”, con los ecos
que aún resuenan, cuando en Noviembre de
1917, la masa del pueblo ruso, hecha una turba incontrolable, irrumpe en la
plaza y exige la destitución del Zar Nicolás II, depuesto y encarcelado
junto su familia, previo a la ejecución
a punta de pistola. Al centro de la Plaza se yergue una inmensa columna de
mármol, la columna de Alejandro (https://www.wdl.org/es/item/4205/).
El ingreso a Palacio es por un pórtico con forma de Arco de Triunfo con una cuadriga de seis caballos (vaya
paradoja) al estilo romano. Fue diseñado y construido por el arquitecto
italiano Francesco Bartolomeo Rastelli por orden del Zar Pedro el Grande. Justo frente, al otro lado de la plaza está
la ermita que construyó la Zarina Catalina, amante del poder y de varios
hombres,
para vivir su vida tumultuosa, recluida en esos
aposentos. La ermita de Catalina se convirtió luego en el Hermitage, un
gigantesco museo, el Segundo más importante del Mundo. La Zarina fue amante de
las artes e invirtió fortunas reales en adquirir una colección impresionante de
obras de arte. Entrar al Hermitage es uno de los grandes momentos que tuve y
tengo con el arte; vine con una idea fija: ver la Danza de Matisse y no estaba;
había viajado a Moscú para una muestra
allí, pero sí vi otros Matisse de la serie de la danza y otros, vi otros
Rembrandt (Hijo
Pródigo), vi VanGogh, vi Touluse Leutroc y vi muchos
otros, aquí hay arte hasta hartarte.
El Palacio
de Verano está en las afueras de San Petersburgo, en
una localidad que ahora lleva el nombre del poeta más importante de Rusia:
Pushkin. Fue construido por Catalina entre bosques y caprichos imperiales. Un
fastuoso palacio con pretensiones de Versalles. Pobló sus salas con obras de
arte de famosos pintores de la Europa Occidental. Una explícita manifestación
de poderío y riquezas. Su frente de estricto estilo rococó devoró más de cien
kilos de oro en esparcidos en sus relieves y molduras. Rodeada de jardines,
fuentes y esculturas, pretensión de zares imperiales con deseos de emular occidente
y a los Luises franceses. Las fuentes de los jardines del Palacio de Peterhoff,
pues así se llama, son un espectáculo en sí mismo, inspiradora de romances y
paseos cortesanos en los atardeceres del Báltico. Fuentes de agua y vida para
un palacio de Verano: La Gran Cascada, fuente principal que drena sus aguas en
el golfo de Finlandia, a los pies de la entrada principal al palacio, la fuente
de Sansón con su boca de león, las fuentes romanas, la boca del Dragón . Rodas
y cada una tiene su atractivo. En Invierno las fuentes se inmovilizan, sus
chorros de agua se congelan, las figuras parecen castillos de hielo, lo líquido
se hace sólido, mudan su belleza. Entre tantas fuentes, existe una, cercana a
los Viveros que se caracteriza por lo divertida, en su paseo circundante
existen chorros sorpresa que se abren cuando menos lo esperas y te empapan de
arriba abajo, fue obra de un Zar jocoso
que disfrutaba con el alboroto de sus visitantes cuando se veían debajo de los chorros
de agua sin esperarlo. Una experiencia que compartimos con Tedy. Los Jardines y
las Fuentes de Peterhoff son muy bellos https://toursgratissanpetersburgo.com/.
Sobre el costado izquierdo del Palacio, si lo miramos
de frente, surgen los cuatro hongos dorados, las cebollas tradicionales de los
templos rusos, es el templo Ortodoxo Cristiano, y el toque Ruso frente al
barroquismo Europeo del resto.
El Palacio de Verano, el Versalles de
Catalina, una zarina poderosa, despótica, adúltera, y poco agraciada por la
belleza. No Rusa, vino a Rusia desde Alemania casada con el Zar Pedro III al
que mandó a matar por su amante Orlov para quedarse con el poder. Poder que
ejerció con autoritarismo, por muchos años
y con buen gusto.
Patines de Plata : Tuve un sueño. En él veía al Río Neva cubierto por una gruesa capa de hielo y nieve, convertido en una inmensa autopista de trineos, patines y skies. Estaba sobre los jardines del Palacio de Invierno y veía al otro lado la ciudad de las Universidades, de los Museos, de las Fundaciones. Como en sueños todo es posible; crucé sobre el hielo con suaves deslizamientos, con giros y contorsiones, montado sobre un par de patines de hielo. En la otra banquina había un perro atigrado que permanecía sentado y vigilante. Me mira. Le acaricio la cabeza mansa y tranquila. Sorpresivamente se transforma en una estatua de bronce. Allí me desperté. Pero el perro sigue allí en verano. El Río Neva en agosto es un caudaloso río, ligero y correntoso. https://www.netflix.com/us-es/title/81418071