Despertar en Atenas es como volver de un sueño, (oximorón mediante),un sueño que incluye a todo el mundo occidental. Es la cuna de nuestra civilización y de nuestro lenguaje, por incomprensible que se presente su exquisita caligrafìa: Trazos rectos, Letras de Imprenta, de Izquierda a Derecha y letras que a mi gusto parecen invertidas.. El puerto de Pireus es un bonito enclave. Estaremos aquì pocas horas. Perdí la posibilidad de visitar la Acrópolis Ateniense; había que levantarse a la madrugada y la modorra me aplastó en la cama; estaba deliciosa. El premio consuelo fue visitar esta parte de Atenas que es el puerto de Pireus. Fuimos en un trencito con neumáticos, sin ninguna pretención de toparnos con Sócrates o Platón; a Aristòteles lo encontramos en el alma del trabajador restaurador de viejos edificios, hecho de acción pura. Nos une a los griegos no solamente los colores de nuestras banderas, sino también nuestras recurrentes crisis económicas. Ellos vienen de una profunda al mejor estilo de la nuestra del 2001. Por aquí no quedan rastros, porque todo está muy prolijamente conservado, las iglesias ortodoxas finamente decoradas, los edificios pùblicos recién pintados, lucen una arquitectura sobria, despojada, muchas columnas griegas y pocos decorados, Al mediodía dejamos el puerto de Atenas y nos vamos a Mykonos, última delicia de este viaje, terminamos aquí con las vistas de estas cientos de islas archipiélago griego del mar Egeo. Bajamos en botes, y fuimos companía de los pescadores que volvían con sus capturas, en el muelle Zorba bailaba su último zapateo del día mientras el ruidos de los platos rotos anunciaban un baile. Rasgos comunes, todo blanco, sólo que en esta isla, todo está al nivel de mar, quien no deja de azotar el angosto muelle de la costa veneciana poblada de bares, fondas y restarurantes, y gente disfrutando una aparente belle epoque, con sus copas sudando champán y esperando una caída del sol lenta y memorable. Este es el cuarto obsequio que hago a mi alma y combina por cuatro, con los molinos de viento asomados al mar, que no detienen sus gigantes aspas. En este atardecer de ensueño, la novia sale de la bella iglesia ortodoxa de Mykonos, luciendo su traje blanco y su sonrisa amplia también blanca decorada con rouge. El novio distraído y el padrino orgulloso disfrutan del saludo del atrio, un amplio patio con árboles vestidos de verdes intensos. Rituales de un casamiento griego: ¿Quién pagará los platos rotos? Terminamos al anochecer caminando sin sentido por callejuelas con pérgolas y comercios. La caída del sol ya fue caída. Las luces de la noche van dando a Mykonos un aire romántico y suave. Nos alejamos en bote, rumbo al Barco. Ceniciento parece este pueblo en las penumbras encendidas del anochecer. Una maravilla. Un regalo para el alma. Una experiencia. Dan ganas de volver!
De noche, cruzaremos el Egeo, dejaremos a Cristo y vamos hacia los dominios de Mahoma. del predominio arquitectónico griego lucen también cúpula azules y algunos ventanales con rasgos árabes.
TEXNHTA ANOH KAVAOAKIA EMOXIARA SONAPIKN

Cartel de un comercio griego visto al pasar en Puerto Pireus
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