lunes, 17 de abril de 2017

Hosgeldiniz Estambul

El vuelo de las gaviotas anuncian la proximidad de la tierra. Buscan la mano protectora de Kussadasy para cobijarse. Retornamos al punto de partida. Es muy temprano en la mañana. Se ve un febril movimiento en la estaciòn; los comerciantes alistan sus mercancías, los barrenderos limpian las calles, los marineros beben sus tragos matutinos. En el punto de desencuentro no había nadie esperándonos. Aydin no contesta el teléfono. Estamos a una hora de taxi del aeropuerto. La primera falla del mago de la alfombra. Nos fuimos en dos taxis previo pago de 150 dólares por vehículo. El taxista estaba satisfecho. Inició una mañana con un buen viaje. Siempre suele suceder que la desgracia de uno es la fortuna de otro. Pero el desencuentro no terminó en el traslado. Cuando llegamos al embarque de Turkish en el bello aeropuerto de Izmir la operadora nos informó que nuestros pasajes habìan sido cancelados. Aydin no contesta. El silencio de Aydin nos llena de dudas.  Nunca dejó de contestar y ¿Ahora?.  Otra decisión rápida. Sacamos pasajes para el pròximo vuelo por Turkish. Al fin aparece la llamada de Aydin. Dice que cambió los pasajes por Pegasus, otra línea. Tarde la noticia. Nos fuimos en Turkish, pero nos asaltò la duda sobre nuestro contacto en el aeropuerto de Ataturk. Por fortuna estaba allì, esperandonos el cartel de Osman. Restablecimos contacto y de ahora en adelante no fallaría más. Descendimos del transporte en las alturas de una calle empedrada, al pie de una de las siete colinas, en el barrio antiguo de Sultanamet. Descendimos por el empedrado una cuadra, llenando el espacio silencioso con el ruido de nuestras maletas. La calle decorada con guirnaldas y banderines de colores. Bordeada de mesas, toldos, y bancos tapizados con tapices y almohadones de vistosos colores . Luces y làmparas, farolas y apliques de muchos colores le dan un aire de fiesta. Bares y restaurantes esperando a los comensales que algún dìa llegarán. Al final de la calle topa con un bazaar de especias sobre otra calle transversal, subitamente pasa por allì un modernìsimo transporte mitad tranvìa mitad tren vistosamente decorado con una bellas gigantografías publicitando el estreno de un film. El clima es cálido, la gente muy amable y tranquila.. y en la esquina, el hotel boutique Sultania , nuestro destino elegido por Aydin,
El hotel luce enteramente con estilo turco, hasta los toilettes parecen salidos de las mil  y una noches. La recepción , nos obliga a sentarnos uno enfrente del otro y así es por costumbre turca. Nunca debes estar frente a la autoridad. llenamos nuestros registros sin mirar de frente al operador. Las tortas y manjares abundan sobre una mesa junto al té,  infaltable infusiòn de los turcos. La habitaciòn es una pieza de harem, cortinados bordados con hilos dorados, cofres, baúles, tapices y almohadones todos en tonos ocres, rojos y dorados. Al centro de la cama, una cesta tìpica con regalos dulces. El huesped debe ser agasajado con dulces de higo secos y otros manjares. El toilette es enteramente vidiriado y recubierto el vidrio con rotulaciones gigantes, un cuadro de una Sultana enteramente desnuda saliendo del haman y protegida por el velo que le alcanza la esclava. . Un aire de sensualidad embarga el ambiente, la música suave deja sentir laúdes y violines y despierta el ultimo sentido dormido. Todo es un conjunto de sensaciones dispuestas de manera tal que nunca las olives. Nuestra suite se llama SEVKEFZA SULTANA , en honor a una de las sultanas del Sultàn Abdumecid por el 1860. Oriunda del Cáucaso formò parte del harem del Sultán. Mujeres muy bellas eran codiciadas por sus encantos y cuando daba a luz un hijo varón del Sult´na, "un príncipe" eran elevadas a la categoría de Sultana . "Feel like a Sultán" reza la cartilla de recepciòn.




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