jueves, 4 de mayo de 2017

2016: Estambul: Santa Aya Sofya

La última misa en Santa Sofía: Constantinopla: 29 de Mayo de 1453.
Dice Stephan Sweig en su libro "Momentos estelares de la humanidad"

" Empieza entonces la última escena, una de las mas conmovedoras de Europa, un inolvidable éxtasis del ocaso. En Santa Sofía, que es, aún entonces, la más soberbia de las Catedrales del mundo, se reúnen ahora los que parecen destinados a morir. Ambos, Mohana y Constantino, saben que ese día se decidirá la historia de los siglos futuros. Rodean al emperador toda la corta, la nobleza, el clero griego y romano, soldados, marinos genoveses y venecianos vestidos y armados para el combate, tras ellos se arrodillan, en reverendo silencio, miles y miles de devotos, sombras que murmuran oraciones: es el doblegado y maltrecho pueblo, presa del miedo y la preocupación. Las luces de los cirios, que luchan por rasgar las tinieblas de las bajas arcadas,iluminan aquella masa de fieles postrados en oración como un solo cuerpo. Es el alma de Bizancio la que eleva allí sus preces a Dios. El Patriarca levanta la voz, solemne, impresionante. Cantando contesta el coro. Una vez más resuela la sagrada y eterna voz de occidente, su mística, su música, en la grandiosa nave. Luego, uno tras otro, van acercándose al altar para recibir la sagrada eucaristía. Ha empezado la última misa, más bien el funeral del imperio Romano de Oriente.  Con el alma en tensión esperan los millares de sisitados, en las murallas , a que llegue el día y con el la muerte "

Santa Sofía: Hoy: Vestigios del cristianismo y de Costantinopla. Seguramente habrá muchos más restos o vestigios del cristianismo en esta ciudad que fue cabeza del Imperio Bizantino durante mil quinientos años. Solamente vi Las Cisternas de Yerebatan y la puerta principal de la enorme y extensa muralla que protegió durante siglos la capital del imperio. Santa Sofía es una majestuosa obra de arquitectura que aún perdura resistiendo al paso del tiempo. Hoy convertida en museo, ya no es más templo como lo fue por siglos: primero de los Cristianos y luego de los Musulmanes que la transformaron en mezquita. La cúpula central es una increíble obra de arquitectura. Me impresionó sobre manera, casi tanto como la cúpula de San Pedro en Roma o la de Bruneleschi en Florencia; un atrevido desafía a la estabilidad y al cálculo. Del tradicional templo bizantino solo quedan imágenes icónicas hechas de mosaiquismo y alquna que otra cruz tallada. La ocupación otomana la transformó en mezquita y en símbolo del poder turco; le crecieron minaretes, enormes lámparas suspendidas en el espacio central, grandes espacios vacíos, ausentes de toda imágen, decorada con enormes escrituras con rasgos arábigos, Me quedo pensando, apoyado al marco de la enorme puerta de entrada, sobre los sueños de arquitectos, constructores, artistas y gobernantes en construir una obra que deberá trascender y perdurar por siglos. El tiempo lucha por la ruina y exige de enormes esfuerzos y dineros para poder conservarla intacta: esta inmensa puerta que guarda los tesoros de la historia y abre los corazones, esconde las luchas intestinas, las dudas, los miedos de clérigos e imanes durante siglos. Los corderos tallados en los frizos, yacen inmoviles e inútiles en el foso de las tumbas. El tiempo me pasa una nueva cuenta.
























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