lunes, 24 de agosto de 2015

SAN FRANCISCO. Un humilde hombre Asis

Asisi; Italia; 1999 Cae pesada la siesta sobre las calles desiertas en este pueblo de valles y cerranías. El silencio invita a sentir y pensa. Tomo la cruz Tau entre mis manos. La cruz de madera que me obsequiara un admirable padre franciscano: Luis, allá en Rosario. Es un momento para pensar nuestra religiòn al servicio de los pobres, al servicio de la madre naturaleza, en una gigrantesca tarea para cambiar al mundo. En 1999 ni soñabamos con tener un Papa Argentino, ni con la realidad de este 2015. Nuestro Papa es Francisco, luchador por los pobres y por la naturaleza. Como este de Asis, motivo de sus luchas; de aquì, de este pueblo hecho de piedra y madera, de costumbres sencillas y carencia de vanalidades. Se sienten en sus paredes, las heridas que dejò el cercano terremoto, apenas muestra del malestar de la tierra. También quedaron sus huellas sobre la modesta basìlica que guarda en sus entrañas los restos mortales de San Francisco. Toquè con mis manos las paredes de aquellas rùsticas galerìas subterràneas, elevando un pedido por la salud de mi familia, por los pobres, por mí. Dejé las mías en un recinto lleno de necisdades. Momentos para pensar en la grandeza de un Santo. Cuando subimos las escaleras al retirarnos, ya no me dolìan las rodillas... la fé sana...

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