domingo, 27 de marzo de 2016

Catania: Frustrada entrada a la Catedral.

Todo comienza lentamente a teñirse de negro. Negro el camino, negras las piedras, negro paredes y muros. A veces aparece el blanco como necesario contraste. Tal vez por aquello de que los opuestos se complementan. Así se me presentò Catania. Ciudad construida en la base del Etna, un lugar de privilegio para el vòmito del volcàn. Cuando la iridiscencia de la lava encendida se apaga, queda todo negro, carbono, piedra, tirsteza y silencio. Así es Catania, construìda y reconstruìda, siglo tras siglos. Impacta más por lo ausente que por lo presente. Corta fue mi estadìa en esta ciudad. Entre construcciones simètricas, con estilo uniforme, bien definida, con una magnífica fuente teñida de negro y blanco, luce la Catedral como contraste. Intentè entrar. En el Atrio me detuvo un sacerdote, jesuìta, muy anciano, quien con pocas palabras y muchos gestos alejó mis intenciones. El motivo eran mis bermudas jean. Vestimenta prohibida en los canones de aquella Catedral . Sin ropa adecuada a sus reglamentos... ¡NO SE PUEDE ENTRAR AL CONVENTO CON ESAS ROPAS, JESUS!. La fé vestida de sotana, como si Cristo se tuviera que vestir para subir a la cruz . Sin reparos, dì media vuelta y me fuì. Sòlo recuero de Catania, lo negro y el fraile.

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