¡ El Mediterraneo ! Está aquì!, Frente mìo. Cuanta geografìa e historia estudiada del otro lado del Atlantico en los manuales Astolfi. Imponente. Azul profundo. Estalla en resplandores, desintegrando el sol que se baña sin descanso. Nunca renuncia. Siempre està allì. Cruzando el cielo limpio y transparente. Ese sol infaltable, la playa, la arena, el mar. Permiten dejar pasar el tiempo rodeado de cuerpos desnudos sin pudor. La vieja Europa se me presenta con jòvenes costumbres, noveles, revolucionarias, ruptura de prejuicios por siglos acumulados, repudio pacìfico a tanta inquisiciòn. En nuestras jóvenes playas de Amèrica, allá por 1994, resulta extraño pasearse desnudos. Ver pechos femeninos libres sin corsetes, es extraño. A pesar que nuestroa nativos no conocìan ropajes ni armaduras hace tan solo 500 años, y andaban en pelotas, como decìa San Martìn en su ploclama hacia la libertad. Es septiembre, las playas ya se van despoblando, despuès del trajìn del siempre alocado Agosto, mes pleno de vacaciones y paseos.
Disfrutè el Sol. Desifrutè la caminata por la rambla. Fuimos hasta Torremolinos: Casas blancas, muy blancas, con aires arabescos y pura condiciòn mediterranea. A sus pies, inmensos yates en marinas pudientes. Al fondo, el muro de piedra cayendo perpendicularmente al mar y en su cùspide un viejo catillo medieval. Por esta tierra donde nació Picasso, no pude hallar ni una huella de su arte, ni una pista de su obra; claro que estuve muy poco tiempo alojado sobre el mar. De Málaga muy poco, pero disfrutè los encantos marinos del Mediterraneo.




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