martes, 16 de agosto de 2016

1994: CHAU BARCELONA

Las estanterías y anaqueles estaban repletas de exquisiteces. Panes, tortas, masas, pasteles, dejaban escapar una incontenible tentaciòn. Doblegar dietas y exaltar deseos. Parecen las consignas de tantas cosas deliciosas. Ante nuestra previsible confusiòn, que deriva en indefiniciòn, la catalana que nos atiende, deja de conversar en su idioma inconcluso y se presta a guiarnos: " Puedo ayudarlos; No me gusta "sobar" a los clientes, pero sì atenderlos muy bien". La palabra "sobar" en boca de aquella elegante catalana me sonò diferente. En nuestra tierra siempre emparentè esta palabra con lo gaucho, tosco y curtido. Salimos saboreando unos pasteles a caminar calles y avenidas. Siempre tengo la idea, cuando recorro tierras extrañas y lejanas, dejarme sorprender por las cosas nuevas. En busca de ello iba. Contrastes catalanes, el barrio antiguo con inegables rastros goticos desde su catedral a sus calles y frente a una medieval plaza seca, encontrar el museo de Miro, con una contemporeidad apabullante. Por sus calles se repetìa un tipo constructivo dominante; muestra mas de contrastes. Construcciones policlasistas conviviendo distintos estractos sociales en el mismo edificio; la primera planta piso completo con balcòn corrido, lleno de flores y plantas, superficies amplias, aire netamente burguès; la segunda planta con semi pisos con dos grandes balcones, uno para cada propiedad, aire clàsico de clases medias altas, la tercera planta cuatro pequeños balcones, uno por cada apartamento, rastros de clase media media, y la planta superior , sin balcòn; solo ventanas que denotan un aire más pobre, más austero. De esta manera, parece que acomodan su urbanidad los catalanes. Me causó una gran impresiòn el Hospital de Saint Pau, visita en taxi a Mont Jui y la llama olìmpica , vista desde el techo de la ciudad y su puerto. Luego subte-metro y a la Barceloneta. Barrio que luce brillante, con el brillo que le dieron los catalanes para sus juegos Olìmpicos. Playa, marina. mar, Mediterraneo. Se respira. Almorzamos mariscos en una terraza frente al mar. Como corresponde. Se hicieron esperar. Teníemos unos vecino gallegos que estaban famèlicos e impacientes por la tardanza. Parece que no dejan de aflorar los regionalismos separatistas de los españoles. En este caso la discordia era entre los gallegos y los catalanes por su tardanza en servir los platos. Cuando llegaron nuestros mariscos lo compartimos con ellos. Este gesto nuestro los sorprendiò gratamente. Por supuesto que se sirvieron. Agradecieron a màs no poder y retribuyeron sus mariscos cuando al fin llego su pedido. A veces me sorprendo porque reconozco en mì algo de argentino, simple y solidario, contraste con nuestra reputacion portuaria de pedante y soberbio. De sobremesa, caminata por la playa y contemplaciòn de obras de arte en esculturas y arquitecturas. Un pez gigantes, parecido a un crustàceo se asoma sobre las espaldas de un moderno edificio con mucho cristal. El "Pez" diseño de programas 3 D de computadora, enorme construcciòn de metal pero a simple vista parece muy liviana, no tiene nada que la haga apreciar pesada. Me miro en los ojos del gigante Goliat en una sìntesis abstracta de la leyenda bíblica y camino como un fantasma en medio de estructuras vacìas como un bosque muerto por una de sus calles . Todo es perfecto para remarcar el contraste. El ejemplo metafòrico es una escultura de Liechtestein a contraluz de antigos perfiles de edificios de otras èpocas. A la noche tomaremos el tren a Paris.

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